Cómo sobrevivir al verano...

Cómo sobrevivir al verano... cuidando tu salud mental durante las vacaciones

El verano suele asociarse con descanso, desconexión y disfrute. Sin embargo, no todas las personas viven esta época del año de la misma manera. Para algunas, el cambio de rutinas, las altas expectativas o incluso el tener más tiempo libre pueden ser detonantes de malestar emocional. Por eso, cuidar la salud mental durante las vacaciones de verano no solo es recomendable, sino necesario.

En esta entrada quiero compartirte algunas ideas y consejos que pueden ayudarte a atravesar esta temporada de una forma más equilibrada y consciente, disfrutando de lo bueno que trae el verano sin descuidar tu bienestar psicológico.

1. No idealices las vacaciones

Es fácil caer en la trampa de imaginar las vacaciones como un periodo perfecto, donde todo debe salir bien, donde tienes que estar feliz constantemente y donde no hay lugar para el malestar. Pero esa expectativa no solo es irreal, también puede generar frustración cuando la experiencia no se ajusta a esa imagen idealizada.

Las vacaciones son una parte más del año, y como cualquier otra etapa, pueden tener momentos agradables y otros no tanto. Permítete sentir lo que surja sin juzgarte. No pasa nada si no estás todo el tiempo de buen humor, si te aburres en algún momento o si no haces “todo lo que habías planeado”.

La salud mental empieza muchas veces por aceptar la realidad tal y como es, sin maquillarla y sin exigirte que encaje con lo que “debería” ser.

2. Escucha tus necesidades reales

Durante el año, muchas personas viven en piloto automático, priorizando obligaciones y dejando en segundo plano sus necesidades emocionales. Las vacaciones pueden ser una oportunidad para reconectar contigo y preguntarte: ¿qué necesito de verdad en este momento?

Puede que necesites descansar físicamente, dormir más, desconectar del móvil o simplemente pasar tiempo a solas. O tal vez necesites compartir con personas queridas, retomar una afición olvidada o darte un espacio para procesar emociones que has ido acumulando.

No hay una forma correcta de descansar. La clave está en que lo que hagas tenga sentido para ti, más allá de lo que se espera socialmente.

3. Pon límites con el exterior (y contigo mism@)

En verano pueden aumentar las demandas sociales: más planes, más encuentros, más viajes… Y aunque muchas veces se viven con ilusión, otras pueden generar estrés si sentimos que no tenemos espacio para decir “no”.

Establecer límites claros es una forma de autocuidado. No tienes que asistir a todos los eventos, ni visitar a todo el mundo, ni estar disponible 24/7. Está bien priorizarte. A veces, un “no” a tiempo es un “sí” a tu bienestar.

Y también es importante revisar los límites internos: ¿te estás exigiendo demasiado? ¿Te juzgas por no hacer “nada productivo”? Recuerda que descansar no es un premio que te ganas por haber hecho suficiente: es una necesidad legítima.

4. Cuida tu rutina básica

Aunque la idea de las vacaciones suele estar asociada con romper rutinas, mantener cierta estructura puede ayudarte a sentirte mejor emocionalmente. El cuerpo y la mente agradecen una cierta previsibilidad, especialmente en momentos de cambio.

Algunas rutinas que puedes intentar conservar (o adaptar con flexibilidad) son:

5. Revisa tu relación con el cuerpo

El verano también puede poner en primer plano la relación con el cuerpo, especialmente con la exposición al sol, la ropa ligera o la presencia más constante de mensajes sobre “cuerpos de verano”.

Si notas que esto te genera incomodidad, rechazo o ansiedad, es importante nombrarlo y buscar formas de cuidarte. No necesitas cumplir con ningún estándar estético para disfrutar del verano. Tu cuerpo, tal y como es hoy, tiene derecho a descansar, a disfrutar y a existir sin ser juzgado.

Practica la autocompasión: habla contigo con la misma amabilidad que lo harías con una persona que quieres. Si lo necesitas, aléjate de cuentas o entornos que refuercen la insatisfacción corporal.

6. Conecta con lo que te nutre

Las vacaciones también pueden ser una oportunidad para reconectar con pequeños placeres, con actividades que te recargan emocionalmente y que durante el año quizá dejas de lado por falta de tiempo.

Aquí van algunas ideas que puedes adaptar según tus gustos:

No todo tiene que ser grandioso o impresionante. A veces, lo que más nos sana es lo sencillo.

7. Aprovecha para hacer balance (si te apetece)

No todo el mundo tiene ganas de hacer balances en verano, y está bien. Pero si sientes que te puede venir bien, este momento de mayor pausa puede ser una buena ocasión para revisar cómo estás, cómo te sientes con tu vida actual, y qué te gustaría cuidar más en los próximos meses.

Puedes hacerte preguntas como:

Este ejercicio no tiene que ser largo ni profundo. A veces, escribir unas pocas líneas o reflexionar mentalmente ya genera claridad y dirección.

8. Pide ayuda si la necesitas

El verano también puede ser una época difícil para quienes están atravesando un duelo, un momento de crisis, síntomas de ansiedad o depresión, o simplemente sienten que no pueden con todo lo que están viviendo.

Es importante saber que no tienes por qué atravesarlo sol@. Buscar ayuda profesional es un acto de valentía y autocuidado. La salud mental no tiene vacaciones, pero eso no significa que tengas que renunciar al bienestar. A veces, un acompañamiento adecuado marca la diferencia y permite construir un verano más habitable, incluso en medio del malestar.

9. Sé paciente contigo misma/o

A veces queremos que las vacaciones nos “curen” o nos resuelvan todo lo pendiente. Pero ni el descanso es mágico, ni el malestar se va por arte de magia al pisar la playa o dejar de trabajar. La salud mental se cuida día a día, también en verano.

Sé paciente con tus procesos. Celebra los pequeños avances. Y si este verano no es como esperabas, recuérdate que también pasará. Hay muchas formas de descansar, y todas valen si son respetuosas contigo.

Las vacaciones de verano pueden ser un momento valioso para cuidar tu salud mental, siempre que te permitas vivirlas con autenticidad y atención a tus propias necesidades. No se trata de tener el verano perfecto, sino de crear un espacio donde puedas estar contigo de forma más amable y consciente.

Escucha lo que necesitas, pon límites, mantén algunas rutinas, aléjate de las exigencias estéticas, conéctate con lo que te nutre, y no dudes en pedir apoyo si lo sientes necesario.

Tu bienestar también merece un lugar en tus vacaciones. Si necesitas acompañamiento, no dudes en contactarme. Mereces cuidarte.